En la sierra de Gilena

La mañana presentó un día azul. La organización de las viandas y de los animales estaba perfectamente planificada para pasar un día en plena naturaleza. El peugeot 5008 se deslizó por la carretera sin esfuerzo con la carga de personas, animales y enseres. El destino: la sierra de Gilena.
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Carretera y manta
El trayecto desde Osuna fue divertido y ameno por la conversación de las chicas  y las enseñanzas geográficas con que  Agustín nos deleitaba. Conocedor de todo ese paraje sevillano, debido a su afición a la bicicleta de montaña, nos relataba con fervor los caminos, veredas, pistas y recovecos que interconexionaban las localidades de esta rica región andaluza.
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Caminante no hay camino…
La sierra nos regaló una gran explanada de olivos donde extendimos las mantas camperas y dispusimos, en unas grandes mesas con asientos ―todas de madera, y dispuestas para el terreno―, el avituallamiento. ¡Que no sólo hay que alimentar el espíritu…! ―aconsejaba a don Alonso Quijano, Sancho Panza―.
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De izquierda a derecha: Ñeca, Coco y Chester
De esta forma nos dispusimos a dar buena cuenta del menú del día: jamón ibérico al corte, tocho de tortilla de patatas, tortilla de espárragos camperos, chorizo de jabugo para brasa y al corte, caballa con pimientos del piquillo, morcilla ibérica de la unión de jabugo, regañás y el famoso pan de polvillo , amén de otros varios entremeses. Todo esto en su justa medida, sin que llegues a pensar, amigo/a lector/a, que pretendo levantar cualquier tipo de veleidad, sino que de cuando en vez podemos y debemos pretender un capricho gastronómico. Las chicas optaron por tinto con limón y nosotros regamos nuestros espíritus con unas frías Voll-Damm.
Pero no todo iba de alimentar el cuerpo sino que la Naturaleza nos invitaba a descubrir sus más elementales encantos. Aire, cielo y tierra se combinaban en extrañas formas que intenté captar con la limitada cámara del móvil. Ya no quiero relatar, prefiero que las imágenes hablen por mí.
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Gaia
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El capricho de Eolo
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A pesar de las rocas
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Pinceladas
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¡Quiero crecer!
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La otra luz
La luz se volvió más densa, ya el juego con los perros, la caminata y las charlas se agotaron con el día. Por unos instantes recordé la soledad de Mnesíloco y verifiqué lo importante de estar en compañía, y la amistad. Estoy seguro que mi personaje valoraría el saber disfrutar como una competencia obligada. Al igual que nuestros amigos ursaonenses ese día quedaría grabado en las memorias, como un grato recuerdo en nuestras líneas de vida.
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El regreso

El peugeot 5008, sin esfuerzo y suavemente, nos regresaba al hogar.

 

A mis amigos Carmen y Agustín en su renaciente etapa y cómo no para Yaye sin la cual esta aventura y quizás este blog no hubieran sido posibles.

 

 

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